El rol de Raúl Escándar frente al desmantelamiento de la CONABIP y la herencia de casos anteriores
La Comisión Nacional Protectora de Bibliotecas Populares (CONABIP) atraviesa uno de los momentos más críticos de su historia. Con el DNU 70/2023 y el decreto 345/2025, el Gobierno nacional avanza en una reforma regresiva que desmantela su estructura federal, vacía su autonomía y concentra sus recursos en la Secretaría de Cultura. En este contexto, no puede pasarse por alto el papel que ha jugado —o ha dejado de jugar— su actual presidente, Raúl Escándar, bibliotecario profesional designado en febrero de 2024.
Esta no es una novedad ni un caso aislado. La historia reciente del sector bibliotecario argentino está marcada por episodios similares donde profesionales al frente de instituciones clave han permitido o no han resistido procesos de desmantelamiento y precarización. La Biblioteca Nacional, bajo las direcciones de Elsa Barber y Susana Soto, es un ejemplo emblemático.
La CONABIP en la encrucijada: Escándar y la pérdida de autonomía
Cuando Escándar asumió, hubo expectativas de que un profesional bibliotecario defendería a las bibliotecas populares. Sin embargo, su gestión acompañó sin cuestionamientos públicos la eliminación de la representación federal, la desaparición de la Junta Representativa y la concentración del manejo del Fondo Especial en la Secretaría de Cultura.
Peor aún, su silencio acompañó la invisibilización del despido de casi la mitad del personal de la CONABIP, poniendo en jaque programas, proyectos y la atención territorial histórica. Este silencio y falta de resistencia frente a las políticas de ajuste y concentración refleja, tristemente, un patrón recurrente en la gestión de organismos bibliotecarios.
¿Neutralidad o complicidad?
Frente a decretos que eliminan la autonomía y representación federal y concentran fondos en manos del Secretario de Cultura, Escándar no emitió declaraciones públicas ni denuncias sobre el impacto de estas medidas. En un momento clave para la institución, su silencio es un aval tácito.
La pérdida de casi el 50% de su personal, con profesionales que sostenían políticas territoriales y programas esenciales, es otra consecuencia grave que no ha sido cuestionada.
Impacto en el colectivo bibliotecario
Que un bibliotecario habilite o tolere el desguace de la CONABIP es un golpe simbólico y real para el sector. Se rompe el vínculo histórico con las bibliotecas en las provincias, se debilita la lucha por el reconocimiento profesional y se refuerza una gestión verticalista y antidemocrática.
¿Qué pudo hacer?
Si bien el margen de acción es limitado en un gobierno autoritario, Raúl Escándar pudo haber elegido no ser parte de este proceso. Pudo haber elegido resistir, renunciar, denunciar o explicar públicamente. No lo hizo. Su rol se inscribe hoy en la historia como el de quien presidió la desarticulación de la CONABIP.
El valor de la coherencia
Para quienes trabajamos día a día en las bibliotecas, esta experiencia deja una enseñanza clara: no alcanza con que los representantes compartan nuestros títulos, deben compartir nuestros valores. La defensa del federalismo, la democracia institucional, el trabajo digno y la cultura como derecho no puede estar sujeta a conveniencias personales ni silencios estratégicos. La presidencia de Escándar demuestra que la profesionalidad, sin ética, sin compromiso político con el sector, puede terminar siendo funcional a su destrucción.
La Biblioteca Nacional y la repetición de la historia
Entre 2017 y 2021, la Biblioteca Nacional de la República Argentina también vivió una crisis institucional bajo las direcciones de Elsa Barber y Susana Soto. A pesar de su formación profesional, la gestión acompañó recortes presupuestarios y despidos de personal.
Desde organizaciones sindicales denunciamos que, más allá del currículum, estas conducciones fueron funcionales a políticas que dañan la cultura pública, evidenciando la tensión entre gestión profesional y presiones políticas.
Profesionalidad sin compromiso político: ¿una fórmula para la degradación?
El caso de CONABIP y la Biblioteca Nacional demuestran que tener profesionales en la conducción no asegura la defensa de la autonomía si no hay compromiso político con la democracia y la participación federal.
Esta contradicción genera malestar en el colectivo bibliotecario que exige gestión con formación y convicción política. Sin estos elementos, la función de representación queda vacía y se abre la puerta a decisiones que destruyen años de lucha y organización.
Invitación a la reflexión y acción colectiva
Desde el Sindicato de Trabajadorxs Bibliotecarixs de Argentina (SiTBA) reafirmamos nuestro compromiso con una CONABIP fuerte, federal y democrática, con una conducción que responda al pueblo y no a los dictados de la Secretaría de Cultura ni las órdenes del mercado.
Defender nuestras instituciones requiere coherencia ética y política, compromiso con el federalismo y la participación comunitaria.
No se trata solo de cargos. Se trata de proyectos, De valores, No toleraremos que quienes dicen representarnos administren nuestro vaciamiento.
Porque nunca más la voz de lxs bibliotecarixs puede ser utilizada para justificar el silencio.