Bibliotecas que resisten: la rebeldía como territorio común

Un encuentro plural que tejió territorios y experiencias

Del 21 al 23 de octubre se realizó el 4° Encuentro Virtual de Bibliotecas Comunitarias y Populares: Bibliotecas en rebeldía, lectura, identidad y territorio, tres jornadas que reunieron a trabajadorxs, investigadorxs, mediadorxs culturales y referentes de bibliotecas de Argentina, México, Colombia, Chile, Ecuador, Paraguay, Venezuela y España.

El programa propuso un recorrido diverso que entrelazó experiencias de animación a la lectura, defensa de la libertad intelectual, bibliotecas itinerantes, literatura infantil y juvenil, memorias comunitarias y prácticas de resistencia cultural. A lo largo del encuentro se abordaron temas como:

  • La cultura como territorio vivo, desde la perspectiva mexicana.
  • Lecturas que recorren la ruralidad y amplían los mapas literarios.
  • Bibliotecas itinerantes como forma de presencia y vínculo comunitario.
  • Memorias afro y diálogos intergeneracionales.
  • La literatura como umbral, que conecta calles, afectos y experiencias.
  • Bibliotecas populares fuera de los grandes centros urbanos, con sus desafíos y potencias.
  • El arte de la presencia en las prácticas bibliotecarias.
  • Experiencias de resistencia frente a la censura y la violencia simbólica en distintos países.

El encuentro dejó una certeza compartida: las bibliotecas son espacios vivos donde la lectura, la identidad y el territorio se entrelazan para sostener comunidad y memoria.


Un encuentro para nombrar lo que incomoda

En este marco, el Sindicato de Trabajadorxs Bibliotecarixs de Argentina (SiTBA) aportó una mirada potente y necesaria con la ponencia “Contra el silencio: biblioclastia y resistencia desde el sindicalismo bibliotecario”, presentada por Silvana Ojeda, Secretaria de Acción Gremial e integrante de SiTBA, trabajadora chaqueña de la ciudad de Resistencia.

Su intervención trazó un mapa profundo sobre las nuevas formas de censura y sobre cómo los intentos por desmantelar bibliotecas e invisibilizar a sus trabajadorxs constituyen hoy una forma contemporánea —y muchas veces silenciosa— de biblioclastia.

“La censura no siempre destruye los libros; a veces destruye las condiciones que hacen posible leerlos.”


Censura hoy: menos hogueras, más silencios administrativos

La exposición de SiTBA invitó a repensar la censura más allá de su imagen clásica. Ya no se trata solo de prohibiciones explícitas o quemas simbólicas: la censura se cuela en recortes presupuestarios, quita de cargos, restricciones de compra o decisiones administrativas que condicionan qué puede leerse y qué no.

Ojeda señaló que estas prácticas buscan moldear no solo las colecciones, sino también las subjetividades y los modos de acceso a la información.

“La biblioclastia no busca solo suprimir un texto: busca borrar una voz, un modo de pensar, una identidad colectiva.”

La ponencia recuperó ejemplos recientes en Estados Unidos, España, Argentina y Chile para mostrar cómo la censura adopta nuevas formas, más sutiles pero igual de peligrosas.


La falsa neutralidad como forma de control

Uno de los conceptos más profundos que dejó la intervención fue el de “neutralidad impostada”. En momentos donde los discursos de odio y la polarización avanzan, aparece la exigencia de que las bibliotecas sean espacios “neutros”.

Pero esa neutralidad —advirtió Ojeda— opera en muchos casos como una forma de alineamiento con el poder.

“El silencio también es una toma de posición.”

Asumir la dimensión política de la biblioteca no significa partidizarla; significa reconocer que trabaja con bienes simbólicos esenciales: palabra, memoria, información.


Cuando la censura cae sobre lxs trabajadorxs

La ponencia de SiTBA puso el eje en un punto sustancial: la censura no afecta solamente a los libros, sino también a quienes los sostienen.

Precarización, quita de funciones profesionales, concursos poco transparentes, ausencia de presupuesto para formación o planteles mínimos son formas de censura estructural que debilitan tanto al trabajador como a la institución.

“No se quema el catálogo, pero se eliminan los cargos que permiten mantenerlo vivo.”

Desde esta perspectiva, la defensa gremial se vuelve inseparable de la defensa del derecho a la información. Si quienes garantizan la lectura trabajan en condiciones de inestabilidad o silencio, la libertad de leer queda comprometida.


Redes de resistencia: del territorio al sindicalismo

La intervención recuperó experiencias de lucha en otros países —como las acciones de la American Library Association y la Freedom to Read Foundation—, pero también subrayó la potencia propia de América Latina: bibliotecas populares, comunidades lectoras, sindicatos y organizaciones sociales que resisten desde la cercanía, con las herramientas que tienen.

SiTBA situó allí parte importante de su tarea: acompañar a bibliotecarixs precarizadxs, denunciar el vaciamiento institucional, reclamar concursos transparentes y exigir que las bibliotecas sean conducidas por profesionales formadxs y comprometidxs con el acceso democrático a la información.


Memoria, territorio y rebeldía

La ponencia cerró con una reflexión profunda sobre la memoria y la identidad como prácticas vivas que las bibliotecas sostienen día a día.

Recordó también a lxs trabajadorxs bibliotecarixs perseguidxs durante la dictadura, a quienes sostuvieron el pensamiento crítico aún en el riesgo, y a las bibliotecas que resistieron silenciamientos y desmantelamientos.

En este marco, la rebeldía bibliotecaria se definió no como confrontación, sino como compromiso.

“Rebeldía es programar lecturas incómodas.
Rebeldía es catalogar una voz travesti, una autora local o una historia obrera.
Rebeldía es sostener la palabra cuando otros quieren apagarla.”


Una ponencia que marcó el pulso del encuentro

La participación de Silvana Ojeda resonó en el espíritu del Encuentro: puso sobre la mesa aquello que muchas veces se intenta silenciar.
Recordó que las bibliotecas no existen en abstracto; existen en territorios concretos, atravesadas por conflictos reales, sosteniendo la memoria colectiva y el derecho a leer.

La rebeldía —como se planteó a lo largo de estas jornadas— es un gesto cotidiano hecho de trabajo, convicción y comunidad.
Es resistir.
Es cuidar la palabra.
Es impedir que el olvido avance.

Y, como señaló la ponencia, es una tarea que no se puede hacer en soledad: la defensa de la lectura libre y del trabajo digno se sostiene colectivamente, en cada biblioteca que sigue abriendo sus puertas.

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