"Ponemos cuerpo, palabra, banderas y carteles para decir que la violencia machista mata y no sólo cuando el corazón deja de latir. Porque la violencia machista también mata, lentamente, cuando coarta libertades, participación política y social, la chance de inventar otros mundos, otras comunidades, otros vínculos. Cuando nos impone las tareas domésticas y de cuidado como si fuera un deber exclusivo y natural, mata nuestro tiempo. Cuando nos niega la igualdad en los salarios aunque hagamos el mismo trabajo, mata nuestra autonomía." (fragmento del Manifiesto por el 3J #NiUnaMenos
Aquel 3 de junio de 2015 salimos a las calles de todo el país, autoconvocadas, horrorizadas por tantas muertes de mujeres. Cada 35 horas moría una mujer en Argentina y parecía no llamar la atención a nadie. Casi 10 años después, hemos retrocedido y perdido la poca pero necesaria protección del Estado. Por decisión del voto mayoritario, el gobierno actual, a fuerza de motosierra y discursos de odio con una marcada impronta machista, ha desmantelado políticas públicas de asistencia a mujeres y disidencias, destruyendo el Estado.
La violencia ejemplificadora
Los discursos de odio se avalan y reproducen en las redes sociales. Las mujeres que piensan diferente, usan “flequillo” o expresan sus opiniones son descalificadas, sin importar su cargo. Esto se vio claramente en el Congreso de la Nación, donde un machista a cargo de una sesión calificó de “copito” a una diputada nacional en ejercicio de sus funciones. ¿Qué nos queda a las mujeres comunes si tales expresiones se transmiten, replican y se convierten en memes estigmatizantes?
Casos brutales de violencia
El caso más brutal fue el lesbicidio de Andrea Amarante, Pamela Cobbas, Roxana Figueroa en CABA, donde un vecino quemó a cuatro lesbianas, dejando a Sofía Castro Riglos como única sobreviviente con lesiones físicas y psicológicas. Este ataque, motivado por su elección sexual, venía de un largo hostigamiento y culminó en tragedia a pesar de las denuncias previas.
Más cercano a nuestro colectivo, está el caso de la bibliotecaria Érica Beatriz Torres, brutalmente asesinada en Chaco. La colega de 45 años, trabajaba en la biblioteca de la Escuela 266. Fue encontrada con múltiples puñaladas en un camino rural entre la localidad de Charata y Las Breñas. Aunque fue auxiliada y trasladada al hospital zonal, falleció a las pocas horas. Su asesino, Juan Marcelo Cáceres, intentó abusar de ella y, ante su resistencia, la mató. El femicida ya tenía una condena previa por abuso sexual, pero fue liberado en 2020.
Factores que agravan la situación
En los casos del lesbicidio de CABA y el femicidio de Érica, el patriarcado gozó de sus privilegios hasta el punto de asesinarlas. La falta de empleo, la precariedad laboral, la falta de seguridad, el ajuste económico y la necesidad de salir a trabajar para subsistir agravan la situación de vulnerabilidad de las mujeres. Érica salía temprano todos los días para viajar a su trabajo. Primero manejaba unos kilómetros en su motocicleta y luego hacía dedo hasta la entrada del pueblo. El viernes 24 de mayo se encontró con Cáceres, quien trabajaba en la verdulería de Las Breñas y se ofreció a llevarla. Cáceres intentó abusar de ella y, ante su resistencia, la asesinó a puñaladas, abandonando su cuerpo al costado de la ruta.
Alrededor de las 9 de la mañana, un camionero se detuvo por el camino rural llamado «Los Pinos» al ver a Érica tendida en el piso con múltiples marcas de puñaladas. Inmediatamente llamó a la policía y Érica fue trasladada al Hospital de Las Breñas donde falleció a las pocas horas a pesar de los esfuerzos médicos. El femicida fue arrestado gracias a las filmaciones de las cámaras de seguridad que registraron sus movimientos. La impunidad que permite estos crímenes se mantiene por un sistema de justicia que liberó a Cáceres a pesar de sus antecedentes. Esta impunidad es un reflejo de un patriarcado que no tiene fisuras.
En Chaco, en los primeros seis meses de este año, se han registrado 8 femicidios. Tan preocupado, el gobernador publica en la red social X su compromiso a destinar los recursos necesarios para poder resolver el crimen. «Cada muerte es un inmenso dolor para todos los chaqueños» escribió, pero los femicidios no se frenan con mensajes en las redes, aunque siempre quedan bien.
Contexto económico y social
Las mujeres trabajadoras enfrentamos la falta de empleo digno y la precariedad laboral, lo que nos obliga a salir a trabajar para subsistir, exponiéndonos a peligros. El contexto económico, que afecta a la mayoría del país pero golpea con más dureza a los sectores más vulnerables, nos arroja a la calle o nos expone a la violencia intrafamiliar. Además, persiste la creencia de que somos objetos descartables, muertes que no cuentan, vidas que no valen.
En el caso de las lesbianas asesinadas, en un acto solidario para no terminar en la calle, compartían una misma habitación para reducir gastos ya que varias de ellas habían perdido su fuente de trabajo. Y en el caso de Érica, viajaba todos los días a su trabajo en Charata, haciendo dedo para ahorrar en nafta por los aumentos desmedidos que no se corresponden con el aumento del salario.
Importancia de la organización y solidaridad
¿Por qué es importante organizarnos, marchar y gritar juntas: Ni Una Menos? Porque necesitamos tejer resistencia y solidaridad entre nosotras. Juntas, debemos reclamar las políticas públicas imprescindibles para terminar con las violencias de género estructurales. Es necesario cuestionar y revisar relaciones, hábitos y tradiciones que reproducen discriminación y violencia. Debemos desarmar las relaciones desiguales de poder entre los géneros. Merecemos vivir en una sociedad libre de violencias en todos los ámbitos.
¡Porque vivas, libres, sin violencia y con trabajo digno nos queremos!.